La electromovilidad ya no es el futuro, es el presente

Felipe Donoso, CEO de Enérgica City

La movilidad eléctrica es una herramienta fundamental para avanzar hacia el objetivo de cero emisiones que nos hemos planteado como sociedad. La buena noticia es que la compra de vehículos eléctricos está aumentando a nivel mundial. De acuerdo con un nuevo estudio de Accenture, la venta de este tipo de automóviles creció un 60% el año pasado, representando un 15% del total.

La mala noticia es que no se está avanzando al mismo ritmo en lo que se refiere a la infraestructura y acceso necesarios para impulsar el mercado de la electromovilidad. Los vehículos eléctricos siguen siendo muy caros y, por lo tanto, aún no es posible su masividad. Ante esto, es necesario que la industria cree modelos más pequeños y baratos, así como impulsar incentivos gubernamentales que permitan reducir pronto los costos. Hoy ya existen modelos de alquiler, leasing y bajo demanda que pueden ser potenciados por las empresas para que los clientes puedan conducir un VE sin tener que comprarlo.

Sin embargo, el mayor obstáculo al que se enfrentan los vehículos eléctricos es la experiencia de recarga, poco fiable, compleja y fragmentada. Esto, pues la transición a los vehículos eléctricos no consiste únicamente en cambiar el tapón del depósito por un punto de recarga. Hay diferencias fundamentales entre el repostaje de los vehículos de combustión interna y la recarga de los VE, que exigen un trabajo conjunto entre el sector privado, público y académico.

Actualmente, la mayoría de las recargas se realizan en casa o en el lugar de trabajo. Pero eso va a cambiar. El sector pronto tendrá que enfrentarse a nuevos retos para los conductores de VE que alquilan, viven en viviendas compartidas o no disponen de una plaza de estacionamiento exclusiva. Estos clientes se verán obligados a utilizar infraestructuras de recarga públicas o semipúblicas, en las que actualmente la experiencia del usuario no es óptima.

Hoy en día, hay pocos puntos de recarga públicos y no son lo suficientemente rápidos; a menudo están fuera de servicio y utilizan una serie de sistemas de pago que son incompatibles. Además, los conductores no pueden acceder fácilmente a datos en tiempo real sobre dónde están los puntos de recarga públicos, su capacidad, disponibilidad o el costo de cargar sus vehículos. Y, sumado a ello, la falta de intercambio de datos significa que no existe una única fuente de información sobre toda la red de recarga.

Ante esto, es esencial que la industria mejore el funcionamiento de recarga de las flotas corporativas y de los propietarios particulares. En ese sentido, es urgente que el ecosistema de la movilidad eléctrica trate de resolver los problemas relacionados con la interoperabilidad de los dispositivos y los vehículos; el acceso a la infraestructura de puntos de recarga y su utilización; la gestión de los vehículos eléctricos y la comprensión de su uso, y la demanda de energía.

Las flotas corporativas y la recarga pública necesitan un gran número de puntos de recarga de alta capacidad. Al respecto, es posible que la infraestructura de red existente no sea capaz de soportar estos emplazamientos, que pueden a la vez requerir mejoras significativas. Por lo tanto, es importante que los operadores de distribución también lleven a cabo cualquier actualización de la red necesaria de forma rápida y eficiente. Sumado a ello, hay tener presente que sólo a través de una colaboración mucho más estrecha se conseguirá que el sector pueda alcanzar rápidamente una mayor escala.

La electromovilidad ya no es el futuro, es el presente del transporte. Ante esto, es vital que el sector público, privado y académico trabajemos en conjunto para impulsar la infraestructura que nos permita convertirnos en un país líder en este aspecto.