Electromovilidad: no solo oportunidades

Jorge Cantallopts

Director de Estudios y Políticas Públicas de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).

No hay duda de que la llamada electromovilidad se ha transformado en una mega tendencia en los últimos años y con proyecciones de convertirse en la tecnología dominante para el transporte, amenazando el dominio de más de un siglo de los motores de combustión interna. Es claro y existe consenso que esta tendencia cambiará el escenario de los fabricantes de vehículos y  en toda la cadena de valor de la industria automotriz.

Actualmente se producen cerca de 90 millones de vehículos de pasajeros (excluido buses). Si bien es difícil saber cuál es el precio  promedio a nivel mundial, en Chile el valor promedio de los vehículos que se vendieron el año 2018 fue de, aproximadamente, US$15.000. Se estima que cada vehículo contiene alrededor de 23 kg de cobre, el que se transa aproximadamente en 6 dólares por kilo, es decir, un 0,9% del precio de un vehículo convencional lo representa el cobre.

Por otra parte, los autos eléctricos promedian precios por sobre los US$60.000 dólares y contienen cerca de 83 kg de cobre, es decir que considerando el actual precio del cobre, este material representa un 0,83% del valor de un vehículo eléctrico.

Un elemento clave para que se masifiquen los autos eléctricos, es que su precio se vuelva más competitivo. Si las estimaciones dicen que el 2027 se podrían vender  27 millones de vehículos eléctricos al año, lo más probable es que su precio va a estar más cerca de los US$20.000 dólares que de los 60.000 actuales, con lo cual la participación del cobre contenido en el precio va a estar en torno al 2,7%. Esto asumiendo que el precio del cobre se acerca a una tendencia de largo plazo cercana a los 3 dólares por libra, es decir tres veces lo que representa  en la actualidad.

Si a eso sumamos que para poder fabricar 27 millones de vehículos eléctricos se requerirán más de un millón de toneladas adicionales de cobre anuales, probablemente los precios que vamos a enfrentar van a estar bastante por encima de los 6,5 dólares por kilo de cobre.

De un reciente trabajo realizado por un estudiante de la Universidad Andrés Bello se desprende que 27 millones de vehículos eléctricos pueden impactar en cerca de 20 centavos en el precio de largo plazo del cobre, siempre y cuando la oferta no reaccione, con lo que la participación del cobre en los vehículos eléctricos superaría el 3%.

Este escenario es precisamente el punto que motiva esta reflexión, ya que si bien la electromovilidad representa una oportunidad histórica para nuestro país, tanto por la demanda de cobre, litio y cobalto, también representa enormes desafíos para el que debemos prepararnos.

En primer lugar, si el  cobre representa un porcentaje significativo del costo de los vehículos, ya sea por cantidad o por precio, aumentaran los incentivos para reducir su intensidad de uso  e incluso la sustitución.

En segundo lugar, no olvidemos que los vehículos eléctricos existen hace muchas décadas y si hoy se han transformado en tendencia es porque el mundo valora mucho más los conceptos de sustentabilidad, tanto social como ambiental, por lo que no dará lo mismo el origen de los insumos para fabricar esos vehículos.

En definitiva, si bien la electromovilidad puede ser una bendición para nuestra minería y nuestro país, debemos estar enfocados en cómo somos capaces de reaccionar produciendo cada vez más cobre, pero a la vez de una manera mucho más sustentable. El desafío no es simple, pero es el tipo de desafío que debemos superar para ponernos en la vanguardia y alcanzar finalmente el desarrollo.