Naciones Unidas advierte que planes de producción de combustibles fósiles de los gobiernos están peligrosamente fuera de sincronía con el Acuerdo de París

Informe, cuya primera edición se publicó en 2019, mide la brecha entre la producción de carbón, petróleo y gas prevista por los gobiernos y los niveles de producción compatibles con el cumplimiento de los límites de temperatura del Acuerdo de París.


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A pesar del aumento en las ambiciones climáticas y los compromisos de neutralidad de emisiones, los gobiernos aún planean producir en 2030 una cantidad de combustibles fósiles más de dos veces mayor de lo que sería consistente con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C, reveló el Informe sobre la Brecha de Producción 2021, elaborado por reconocidos institutos de investigación y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

El informe, cuya primera edición se publicó en 2019, mide la brecha entre la producción de carbón, petróleo y gas prevista por los gobiernos y los niveles de producción compatibles con el cumplimiento de los límites de temperatura del Acuerdo de París. Dos años más tarde, el informe de 2021 revela que la brecha de producción no ha cambiado en gran medida.

Durante las próximas dos décadas, los gobiernos proyectan colectivamente un aumento de la producción mundial de petróleo y gas, y sólo una modesta disminución de la producción de carbón. En conjunto, sus planes y proyecciones prevén un aumento de la producción de combustibles fósiles hasta al menos 2040, creando una brecha de producción cada vez mayor.

“Los efectos devastadores del cambio climático están a la vista de todos. Todavía hay tiempo para limitar el calentamiento a largo plazo a 1,5ºC, pero esta ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente”, dijo la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.

“En la COP26 sobre cambio climático y después, los gobiernos del mundo deben dar un paso al frente, adoptando medidas rápidas e inmediatas para cerrar la brecha de producción de combustibles fósiles y garantizar una transición justa y equitativa. Así es como luce la ambición climática”, añadió Andersen.

Principales conclusiones

El Informe sobre la Brecha de Producción de 2021 ofrece los perfiles de 15 de los principales países productores: Alemania, Arabia Saudí, Australia, Brasil, Canadá, China, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, India, Indonesia, México, Noruega, Reino Unido y Rusia. Los perfiles muestran que la mayoría de estos gobiernos siguen prestando un importante apoyo político a la producción de combustibles fósiles.

“La investigación es clara: la producción mundial de carbón, petróleo y gas debe empezar a disminuir de inmediato y de forma pronunciada para ser coherente con la limitación del calentamiento a largo plazo en 1,5ºC”, afirmó Ploy Achakulwisut, autor principal del informe y científico del Instituto del Ambiente de Estocolmo (SEI, por sus siglas en inglés).

“Sin embargo, los gobiernos siguen planificando y apoyando niveles de producción de combustibles fósiles que superan ampliamente lo que podemos utilizar de forma segura“, indicó Achakulwisut.

Las principales conclusiones del informe son las siguientes:

  • Los gobiernos del mundo tienen previsto producir en 2030 alrededor de 110% más de combustibles fósiles de lo que sería coherente con el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5°C, y un 45% más de lo que sería coherente con la trayectoria de 2°C. El tamaño de la brecha de producción se ha mantenido prácticamente sin cambios en comparación con las evaluaciones anteriores.
  • Los planes y proyecciones de producción de los gobiernos conducirían a una producción de 240% más de carbón, un 57% más de petróleo y un 71% más de gas en 2030 de lo que sería coherente con la limitación del calentamiento global a 1,5°C.
  • Se prevé que la producción mundial de gas sea la que más aumente entre 2020 y 2040 según los planes de los gobiernos. Esta expansión mundial continuada y a largo plazo de la producción de gas es incompatible con los límites de temperatura del Acuerdo de París.
  • Desde el comienzo de la pandemia, los países han destinado nuevos fondos de más de US$300.000 millones a actividades relacionadas con los combustibles fósiles, más de lo que han destinado a la energía limpia.