Cinco razones para subirme a una bici eléctrica
La ciudad se ha llenado de ciclovías, bicicletas y ciclistas. ¿Por qué aún no me apunto?
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- Es fiable: siempre sé a qué hora saldré y a qué hora llegaré
Con la bicicleta eléctrica puedo ir desde la puerta de mi casa hasta a la puerta del trabajo. Una vez hecho el primer recorrido, sabré lo que tardaré en realizarlo cada día: eso me permitirá llegar siempre puntual y tener más tiempo personal.
- Es libre: voy a donde quiero
Puedo olvidarme de subir a la micro, pagar la tarjeta BIP!, de ir apretado en el metro, puedo ahorrarme el taco de la tarde…
Hay trabajos donde permiten subir la bici a la oficina. En otros, tienen lugares preparados para estacionarla. Y luego al volver a casa, la dejo donde quiera.
Además, recargarla también es muy fácil: no es necesaria una toma especial o un cargador de pared, solo hay que enchufarla a cualquier enchufe de 220. También la batería puede ser extraíble, ligera y desmontable, lo que me facilita aún más las cosas.
- Es económica: me hace ahorrar mucho dinero
Cuesta mucho menos que una moto o un auto. Y a eso hay que añadir los costos que me ahorro en seguros, impuestos y consumo de combustible.
Además, una bici eléctrica apenas requiere de mantención: solo alguna revisión periódica para asegurarme de que todo está en orden.
Eso sí, hay que tener en cuenta que la batería irá perdiendo su capacidad con el tiempo: pero si no vivo en climas extremos, no tendré que cambiarla hasta los 6 o 7 años de uso.
- Es sana: hago ejercicio y me divierto
Con la bici eléctrica me aseguro de hacer ejercicio a diario, sin necesidad de inscribirme en un gimnasio.
Los paseos diarios de camino al trabajo son un ejercicio aeróbico sin grandes esfuerzos y fácilmente regulable con los diferentes niveles de asistencia al pedaleo. Por ejemplo, fortalece el corazón mejorando la función cardiorrespiratoria. Y también se reduce la tensión arterial, se queman grasas y se mantiene controlado el colesterol malo (LDL) e incrementa el bueno (HDL).
- Le hago un favor al planeta
Las ciudades están llenas de humo. Según datos de la OMS, 1,3 millones de personas mueren anualmente por los efectos secundarios de la contaminación atmosférica urbana: más de la mitad de ellos, en países desarrollados.
Con mi bici voy al trabajo sin contaminar y aporto mi grano de arena para construir una ciudad mejor para todos.