Conferencia Mundial del Cobre 2018: Reactivación, pero sin frenesí

Aunque ya se habla del inicio de un nuevo ciclo minero, marcado en parte por el impacto de la electromovilidad en la demanda por cobre, la industria llamó a seguir siendo cautos y a aplicar lo aprendido.


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La versión 2017 de la Conferencia Mundial del Cobre terminó con un consenso casi en tono de alivio: lo peor del ciclo bajo ya pasó, y aunque la edición 2018 de la reunión no tuvo un ambiente de jolgorio por la incipiente reactivación, la electromovilidad y las proyecciones favorables de la demanda por el metal rojo fueron síntomas de un optimismo creciente.

El mercado del cobre está en recuperación y se proyecta un precio de US$7.000 por tonelada para 2018, sostuvo Vanessa Davidson, directora de Investigación y Estrategia del Cobre de CRU, organizadores de la Conferencia Mundial del Cobre.

De acuerdo con la especialista, en la próxima década la demanda tendría un alza de 1,1 millón de toneladas (hacia 2025), para aumentar en 2,7 millones en los siguientes diez años (para 2035), un crecimiento atribuible principalmente a los vehículos eléctricos. Yendo más lejos, aventuró la analista, el aumento por el consumo de cobre podría llegar, en el mejor de los escenarios, a los 5,3 millones de toneladas en 2030.

¿Cuán rápido aumentará la demanda? Detrás de ese camino, coincidieron los asistentes a la conferencia, está la electromovilidad y cuán ambiciosas sean las políticas chinas en la materia.

Para el presidente ejecutivo de Codelco, Nelson Pizarro, la tendencia del mercado del cobre en el corto plazo ciertamente ha mejorado de la mano del crecimiento de la economía mundial; y la estimación de largo plazo, en la misma línea de lo expuesto por Vanessa Davidson, está empujada por el impacto de las nuevas tecnologías, entre ellas, la electromovilidad.

Este incremento futuro en la demanda impulsado por las nuevas tecnologías, aseguró el director ejecutivo de Cobre y Diamantes de Rio Tinto, Arnaud Soirat, no sólo potenciará un escenario más favorable de largo plazo, también va a generar una transformación en la forma en que se están explotando los depósitos.

Soirat prevé que en la próxima década el suministro de cobre va a estar muy exigido para cumplir con la demanda, lo que obligará a aumentar la productividad y utilizar al máximo los yacimientos, lo cual impulsará la adopción de nuevas tecnologías.

En cuanto a la oferta, Vanessa Davidson dijo observar una tendencia a la baja, reflejo directo de una menor inversión por parte de las mineras. “Hay muy pocos proyectos de gran escala para el futuro. Las empresas están actuando de manera cautelosa”, manifestó.

Según la experta, en el largo plazo, el potencial de mayor producción se localiza en Chile, con alrededor del 22% de la capacidad hacia 2030. “La industria está enfrentando desafíos de una demanda más fuerte, influida por la tendencia de la electromovilidad, y necesita precios más altos para alentar el desarrollo de nuevos proyectos mineros, pero no tan altos para que gatillen una sustitución”, expresó, junto con advertir que la industria estaría entrando en un periodo de precios récords, pero con riesgos.