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(Chile) La influencia del ex controlador de Masisa en la batalla por HidroAysén

Nov 26, 2007

* La fundación que creó, Avina, colabora con ONG que se han opuesto a la construcción de las centrales, y ha intentadomediar entre las comunidades y el proyecto eléctrico controlada por Endesa y Colbún.

Hace un par de semanas el gerente general de HidroAysén, Hernán Salazar, recibió a los representantes de Avina, la fundación creada por el empresario y filántropo suizo Stephan Schmidheiny.

Quienes supieron del encuentro afirman que la organización internacional le ofreció sus buenos oficios con las agrupaciones de Aysén, varias de las cuales forman parte del movimiento comunitario que se opone a las megacentrales que planean construir Endesa y Colbún. El ejecutivo agradeció el ofrecimiento, pero les explicó que la estrategia de la firma es tratar directamente con las comunidades.

Con acciones como ésta u otras que realiza Avina en el país cumple su propósito: impulsar el desarrollo sustentable. Pero también suma un nuevo rol en la batalla por Aysén, que así reúne indirectamente a los tres mayores grupos forestales del país: las familias Angelini (Celulosa Arauco) y Matte (Empresas CMPC), socias en Colbún, y Masisa, firma controlada por un fideicomiso creado por Schmidheiny.

Avina es conocida por la colaboración económica y en asesorías que entrega a grupos ecologistas, como algunos que critican la construcción de centrales eléctricas en Aysén, así como a las industrias forestal y salmonera.

Dentro de los socios líderes de Avina -así se denomina a los beneficiarios de sus aportes- están Miriam Chible, de la Corporación de Desarrollo de Aysén (Codesa) o Peter Hartmann, de la Codeff de la zona, ambos por estos días opositores de Aysén. En el caso de los contrarios a la planta de Arauco en Valdivia, se menciona a Claudia Sepúlveda, de Parques para Chile, y contra la industria del salmón, a Juan Carlos Cárdenas, del Centro Ecoceanos.

Paola Berdichevsky, representante de Avina en Chillán, explica que el rol de la fundación es facilitar los procesos de toma de decisión en cuestiones de interés público, pero que su papel no implica apoyar a un sector en particular. Según la personera de la entidad, en el caso de Aysén estima podría haber confusión, porque algunas de las agrupaciones a las que financian apoyan desde hace largos años el concepto “Aysén, reserva de vida” -modelo de desarrollo sustentable-, que muchas veces se lee como ecologista, pero que en realidad se preocupa de diferentes aspectos.

En la zona, cuenta Berdichevsky, Avina está asociada a ocho grupos, que van desde la Escuela de Guías de Montaña, la Agrupación de mujeres campesinas, la Corporación para el Desarrollo de Aysén, CODEFF y el Centro de Investigación de Turismo Científico de la Patagonia, alianza entre empresarios y la universidad. En Chile, los socios alcanzan a 114 -incluso figura Javier Cox, gerente del Consejo Minero- y la red supera las mil personas.

“No tenemos una posición a favor o en contra del proyecto de las centrales. Sí nos interesa que en la decisión final participen todas las partes de una manera informada y que en el tema del aprovechamiento del cauce de los ríos se considere los principios del desarrollo sustentable” para que la política energética de Chile incorpore dichos criterios, dice la ejecutiva, quien indica que hay casos como Hartmann, con quien se tiene una larga relación antes de la existencia de HidroAysén, por ejemplo.

Nacimiento

Avina abrió una oficina en Chile, paralelamente a otra que se hacía en Perú, en 1999. La fundación había sido creada en 1994 por Schmidheiny -quien por esos años era accionista mayoritario de Forestal Terranova, que luego adquirió a Masisa- y comenzó con representaciones en Argentina y Paraguay. Hoy está presente en 20 países latinoamericanos.

El inversionista suizo, un empresario que terminó con el negocio de asbesto en Eternit cuando asumió la gestión de la empresa controlada por su familia, fue también de los primeros actores de la industria forestal que adscribió al sello ecologista FSC, que certifica la producción ambientalmente amigable. “Se vio en esa época que había una cierta renuencia al diálogo entre el empresariado y la sociedad civil, por lo que podíamos hacer cosas. Ese es nuestro expertise, no olvidándonos que fue un empresario nuestro fundador”, dice la ingeniera sobre el contexto en que se creó Avina.

La propia Berdichevsky estuvo a cargo de la apertura en Chile. Afirma que trabajando en Forestal Terranova -desde 1993- y después en Forestal Millalemu, filial que administraba los bosques, conoció al empresario suizo y, por interés propio, comenzó a introducirse en concepciones de desarrollo sustentable, que por esos días estaban poco generalizados en el país. “El 99 dejé mi trabajo para abrir la oficina en Chillán”, indica, quien recuerda que el empresario se reunía con el equipo unas dos veces al año para transmitirle su visión.

Al poco tiempo se decidió abrir la segunda oficina en 2001 en Santiago, para operar desde 2002. Actualmente, maneja fondos por US$ 2 millones en el país -en Latinoamérica ascienden a US$ 30 millones y desde su fundación ha desembolsado unos US$ 342 millones- al año y tiene un directorio entre los que se cuenta Sergio Vergara, ex ministro de Bienes Nacionales, casado con Ximena Abogabir, presidenta de la Fundación Casa de La Paz.
Fuente: La Tercera.

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