La sanción de la ley de biocombustibles, a finales del año pasado, prometía impulsar el negocio a nivel local. Sin embargo, las inversiones llegan, hasta ahora, de manera más lenta a la prevista. Por el momento, hay seis proyectos de biocombustibles en marcha. Cinco de ellos corresponden a las grandes cerealeras: AGD/Bunge, Vicentín y Glencore, Cargill, Dreyfus, y Molinos, según información de la Secretaría de Agricultura. El restante está liderado por Agroindustrias Tejedor, que cuenta con apoyo de capitales españoles. A este grupo quiere sumarse YPF, la filial local de la petrolera española Repsol, que modificó el estatuto para entrar al negocio de los biocombustibles. Según una nota enviada ayer a la Bolsa, la empresa sumará a su actividad de exploración y producción (es la primera petrolera del país en extracción de gas y crudo, y en refinación y venta de combustibles) actividades adicionales relacionadas al agro. Entre los puntos nuevos, se destacan la “producción, industrialización, procesamiento, comercialización, servicios de acondicionamiento, transporte y acopio de granos y sus derivados”, según detalla la nota enviada a la Comisión Nacional de Valores (CNV). En 2005, la petrolera había prometido una inversión aproximada a los US0 millones para instalar una planta de biodiésel (el combustible de origen vegetal similar al gasoil) que debería estar en marcha este año. Sin embargo, el proyecto fue demorado. La intención de la compañía era producir unos 120.000 metros cúbicos (m3) de biodiesel. En mayo, la petrolera lanzó el gasoilbio, el primer carburante que utiliza mezcla de biocombustible y pionero en la gama del gasoil premium, a un precio un 25% por encima que el precio del gasoil.
Fuente: El Cronista, Bae; Buenos Aires, Argentina.
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La decisión se enmarca en lo establecido por la recién publicada Ley de Estabilización de Tarifas Eléctricas, que incluyó un mecanismo de reconocimiento de generación territorial.