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(Chile) Chile piensa en bencina verde

Jul 4, 2006

* Algunos convenios, proyectos privados y un comité interministerial asoman como los esfuerzos más serios del país para producir sus primeras gotas de bencina ecológica. La idea es emular experiencias como las de Colombia o Brasil, países que ya están produciendo combustibles a partir de sus desechos agrícolas.

Los restos de remolacha, raps o desechos de la industria forestal podrían ser de gran ayuda a la hora de intentar dejar de depender de las fluctuaciones internacionales del precio del petróleo, de la política de los países productores o de los despachos de gas desde Argentina.

Conocidos y utilizados desde hace años, los biocombustibles proponen ser una alternativa a los tradicionales, como el carbón y derivados del petróleo. Se trata de combustible de origen biológico -llamado etanol o biodiésel- obtenido a partir de restos orgánicos de plantas o maderas con un bajo impacto ambiental en su combustión.

Chile ya creó un grupo de trabajo constituido por el Ministerio de Agricultura, el Ministerio de Transporte, la Conama, la Superintendencia de Electricidad y Combustibles y la Comisión Nacional de Energía para analizar las especificaciones que debiese tener este tipo de combustibles en el país, las normas de calidad y su impacto en la agricultura, la disponibilidad de tierras y la sustentabilidad.

“La agroenergía es una alternativa que nos permitirá tener un mayor grado de autonomía energética, ya que al incluirla como aditivo en nuestros combustibles, podremos reducir nuestra dependencia del petróleo importado”, dijo a La Nación la ministra de Minería y Energía, Karen Poniachik.

La secretaria de Estado destacó también el valor de los biocombustibles respecto de la reducción de emisiones de gases invernadero y la reconversión agrícola. “Su desarrollo y comercialización representa una excelente oportunidad para promover el emprendimiento, la innovación y los nuevos negocios”, destacó Poniachik. Además, adelantó que en las últimas semanas se ha reunido con varias empresas nacionales y extranjeras interesadas en invertir en proyectos agroenergéticos.

Primeros acercamientos

En mayo del año pasado y bajo un contexto de crisis energética, se realizaron los primeros acercamientos a la experiencia brasileña. En esa oportunidad, el titular de Agricultura, Jaime Campos, visitó una planta que produce biocombustible a partir de la caña de azúcar.

Brasil es desde hace varios años el ejemplo más visible de cómo el biocombustible puede llegar a ser más que rentable para la naturaleza: a partir de melazas de caña de azúcar o pulpa de mandioca es capaz de producir etanol a gran escala. El etanol se mezcla al 20% con la gasolina que utilizan los automóviles, ahorrando petróleo y rebajando los residuos contaminantes a la atmósfera.

Obtener un biocombustible no es un proceso muy sencillo. Según el doctor en química y académico de la Universidad Andrés Bello, Wilson Cardona, el bioetanol es un tipo de alcohol que se obtiene a partir de la fermentación de los azúcares de plantas como la caña de azúcar, el maíz dulce y la remolacha.

Para fabricar biodiésel se necesitan aceites vegetales, usados o sin usar. “Lo más común es transformarlos a partir de la combinación con alcohol metílico e hidróxido sódico. De ellos, se produce un compuesto que se puede utilizar directamente en un motor diésel sin modificar y de paso obtener glicerina como subproducto que puede ser utilizada en la industria farmacéutica o de detergentes”, dijo Cardona

También se puede utilizar directamente el aceite vegetal en un motor diésel pero primero se debe modificar el motor.

Factibilidad en Chile

Empresas como Iansa y Enap están en la etapa de estudios de factibilidad técnica y económica para la generación de biocombustible. En marzo firmaron un acuerdo de trabajo que podría ubicar a Chile en experiencias similares a las de Colombia y Brasil.

Motivos para pensar en el éxito hay de sobra: materia prima (remolacha, cereales y otros productos agrícolas) y capacidad tecnológica.

Según Felipe Lyon, gerente general de Iansa, la posibilidad de producción de biocombustibles es un tema estratégico país porque diversifica la matriz energética disminuyendo la dependencia de combustibles fósiles por lo que “nos beneficia a todos”.

Todavía estamos en etapa exploratoria, aclara Lyon, pero el “desarrollo de biocombustibles es una tendencia mundial y una realidad exitosa en naciones de Europa y también en Brasil y Estados Unidos; nuestro paíse debe seguir esta tendencia”, dijo.

Ventajas y desventajas

Según Wilson Cardona, doctor en química y académico de la Universidad Andrés Bello, los biocombustibles tienen ventajas y desventajas que deben ser muy bien evaluadas.

Desde el lado positivo destaca que no aumenta los niveles de CO2 en la atmósfera, reduciendo el peligro del efecto invernadero; representan una fuente de energía reciclable y libera en parte de la dependencia del petróleo.

Desde el punto de vista económico, revitalizan las economías rurales, podrían ayudar a reducir los excedentes agrícolas y contribuye al mejor aprovechamiento de tierras con poco valor agrícola.

Pero también hay que considerar algunas desventajas como el costo de producción que es todavía más alto que el de la gasolina, por ejemplo; los grandes espacios de cultivo que se necesitan; el complejo proceso de transformación en combustibles utilizables y que sólo se pueden emplear en motores de bajo rendimiento y poca potencia.

Japón invierte

El éxito obtenido por el Programa Brasileño de Agricultura Energética ha tenido tal éxito que el Banco de Cooperación Internacional de Japón (JBIC) ya anunció que a partir de abril del próximo año invertirá más de US.280 millones, en proyectos de etanol y biodiésel .

La inversión viene a coronar un año de evaluación respecto de metas de producción y comercialización de etanol y biodiésel, así como los impactos socioeconómicos del proyecto.

Todo indica que el interés japonés tiene relación con la decisión del Ministerio de Medio Ambiente, organismo que determinó que para 2030 todos los vehículos alimentados actualmente en Japón con gasolina utilizarán combustible mixto (con un 10% de bioetanol), conocido ya con el nombre de E10. Tampoco hay que olvidar que de acuerdo al Protocolo de Kioto, Japón debe recortar las emisiones de CO2 en un 6% desde los niveles de 1990 entre 2008 y 2012, y en los biocombustibles de origen vegetal no producen este gas.

Los cálculos japoneses señalan que el cambio completo de las gasolinas reducirá las emisiones de dióxido de carbono en unos 10 millones de toneladas.
Fuente: La Nación.

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