La electricidad como oportunidad para enfrentar la urgencia climática

Claudio Seebach

Presidente ejecutivo de Generadoras Chile AG.

El pasado 20 de junio se realizó la XI versión del Encuentro de la Energía Eléctrica organizado por Generadoras de Chile y Empresas Eléctricas, el cual congregó a gran parte de los actores claves para la industria eléctrica. En esta instancia se realizó un conversatorio donde se habló sobre los avances del ámbito energético y el rol de la energía eléctrica en el futuro de nuestro país. Aquí, parte de lo reflexionado.

Sin duda, la crisis climática y el calentamiento global son el desafío económico y ambiental más importante del siglo y como industria de generación estamos convencidos de que la electricidad es el gran camino para enfrentarlo. Para hacerlo hoy vemos dos grandes caminos: por un lado, desarrollar las energías renovables y retirar el carbón de la generación eléctrica; y por otro lado, electrificar aquellos consumos que no son eléctricos como el transporte, minería, industria y los hogares, desplazando el uso de fósiles.

Retirar el carbón, que hoy en día es el 40% de la generación eléctrica, es un paso decisivo y necesario pero también ambicioso, y hay muy pocos países en el mundo que han tomado esta decisión. El 4 de junio de 2019, el Presidente Sebastián Piñera presentó el plan de retiro de la generación eléctrica a carbón para nuestro país, consistente con la meta de alcanzar la carbono neutralidad como país el año 2050.

Este plan es una iniciativa concreta ya que establece en primer lugar que en Chile las empresas generadoras no van a desarrollar nuevas unidades de carbón. En segundo lugar establece plazos y se inicia con el retiro de 1.047 MW en 8 unidades, equivalentes al 20% de la capacidad, las que cerrarán en los próximos 5 años y una fecha final clara en el año 2040 como cese de operaciones de las unidades a carbón existentes.

Para sostener el impulso renovable y avanzar en el retiro de unidades de carbón debemos dotar el sistema eléctrico de mayor flexibilidad y capacidad de transmisión. Al año 2030 se estima una penetración solar adicional de entre 6.5 y 11 GW y eólica entre 2 y 5 GW, para lo cual es necesario contar con las adecuaciones regulatorias para el desarrollo eficiente de servicios de flexibilidad y una inserción competitiva del almacenamiento, la próxima gran revolución tecnológica, a través de una “ley de flexibilidad”.

La penetración de renovables y el retiro del carbón exigirá también un rediseño y cambio de la topología de red de transmisión, lo cual implica planificación, diseño y construcción de nuevas líneas. Para concretarlas en tiempo y forma, será necesario un acuerdo país de carácter ambiental y técnico sobre los nuevos requerimientos de transmisión que involucre a las comunidades, autoridades, sistema político, ONGs y empresas.

La agenda de energía debe conectarse también y con especial cuidado con los desafíos sociales que tendrá el desarrollo de la nueva infraestructura energética ubicada en zonas como la Araucanía, uno los principales polos eólicos en desarrollo de la actualidad, o en el norte del país, con especial preocupación por los derechos, costumbres y prácticas de los pueblos indígenas. Resulta de suma importancia como algo que hemos venido haciendo como gremio, incorporar principios de derechos humanos y empresa, y entender su aplicación tanto al interior de las empresas, como en los territorios y en otros actores, como los proveedores, donde se podría tener un impacto directo.

En esta transición energética, de la cual somos parte, existen otras brechas que también deben desaparecer: debemos enfrentar el problema de la inequidad energética, donde los hogares más vulnerables gastan más proporcionalmente de su ingreso en energía y viven en invierno en promedio 4,5º C bajo la temperatura de confort; la contaminación de las ciudades, en particular de la zona sur producto de la combustión de leña y de las emisiones del transporte principalmente, genera al menos 4.000 muertes prematuras al año, los que es considerado como el mayor desafío ambiental de Chile. En esta misma línea también es muy importante avanzar en la eficiencia de nuestras vivienda, este es un aspecto relevante para disminuir la contaminación atmosférica de las ciudades del sur, un mejor aislamiento térmico implica una menor demanda energética por metro cuadrado de vivienda.

Existe hoy una gran brecha de consumo de electricidad en nuestro país con respecto a países desarrollados. En Chile, la electricidad es solo el 22% del consumo final, mientras un 57% sigue siendo petróleo y derivados, y la leña/biomasa un 13%. Por ejemplo, el consumo de Chile es de cerca de 4.000 kWh por habitante al año, versus los más de 8.000 de promedio OCDE o los 24.000 de Noruega.

Los anterior es una gran oportunidad para el país de avanzar en descarbonización y de paso descontaminar nuestras ciudades. Junto con fomentar una mayor aislación térmica de los hogares, el contar con un segmento de distribución más competitivo facilitará la penetración de tecnologías más eficientes de generación de calor y agua caliente sanitaria, que son un 56% y 18% del consumo energético de los hogares respectivamente. Así, por ejemplo, las bombas de calor eléctricas pueden lograr eficiencias de 200% a 500%, transformándose en las fuentes de calor cero emisiones de menor costo de operación para los hogares.

Además, para evitar el uso de fósiles es necesaria la electrificación del transporte, comenzando por aquel más intensivo en uso de energía, y por lo tanto en emisiones, como los buses y taxis. La electrificación de los procesos industriales y mineros es también un aporte a la descarbonización de nuestra economía. En este ámbito, la minería chilena es clave para una economía baja en carbono, con menores emisiones en sus etapas de extracción y procesamiento. Por otra parte, el cobre, el litio y las sales solares son relevantes en una “minería verde” que impulse el desarrollo eficiente de tecnologías de almacenamiento eléctrico y de calor para usos en electromovilidad, generación eléctrica, industria, comercio y hogares.

Estamos convencidos de que es posible desafiar el destino y enfrentar la crisis climática. Alcanzar la carbono neutralidad al 2050 es una meta ambiciosa pero necesaria, y la electricidad es la oportunidad central para lograrlo, poniendo a las personas en el centro de nuestras acciones.