Electromovilidad y su impacto en la industria del litio

Juan Pablo Ramírez, analista Inteligencia de Mercados en Editec.

El boom en cuanto a la demanda de litio se explica mayormente por la proliferación en el uso de baterías que utilizan este metal en su composición. Si hablamos en porcentaje, en 2007 el consumo de litio para la manufactura de baterías representaba cerca de un 20%; ya para 2017, el litio consumido por este concepto representó cerca del 50%.

Los datos anteriores, indican el fuerte crecimiento en cuanto al uso de baterías de litio, que en un inicio, la mayor parte hacía referencia a almacenamiento de energía para equipos móviles o portátiles; y con el pasar de los años, es la electromovilidad, que junto al almacenamiento de energía en ERNC han crecido exponencialmente.

Si bien los equipos móviles representan gran parte cuando nos referimos a baterías de litio debido a que son elementos de uso masivo, un notebook en promedio considera el uso de 30 gr de carbonato de litio equivalente (CLE)  y un teléfono móvil 3 gr. En cambio, un vehículo eléctrico (EV) tipo city car de 25 kWh utiliza unos 20 kg de CLE en promedio, siendo el Nissan Leaf uno de los modelos más vendidos que declara la utilización de 22,6 kg de CLE en sus primeras versiones. Si consideramos automóviles de mayor gama y autonomía, se puede mencionar el Tesla Model S de 85 kWh que declara la utilización de 50,6 kg de CLE.

Si utilizamos para un cálculo rápido el litio empleado en un city car de 25 kWh (20 kg CLE), en 2017 se registraron 1,2 millones de nuevos EVs en el mundo, lo que equivaldría a 24.000 toneladas de CLE solo para este propósito, más de un 10% de la demanda total mundial. De acuerdo a proyecciones en cuanto a ventas de EVs, para 2040 se esperan más de 64 millones de vehículos por año, que calculando a 20 kg de CLE, resulta en una demanda por concepto de almacenamiento energético de 1,3 millones de CLE.

Es importante mencionar que el estándar para un EV aumentará con los años, ya que cada compañía fabricante busca la forma de dar más autonomía ampliando la capacidad de sus baterías, donde en la actualidad ya se hablan de un promedio mayor a 30 kWh, y las nuevas versiones del Nissan Leaf presentan la opción de baterías de 40 kWh. Sin duda, la mayor capacidad traerá consigo que la demanda de litio por unidad de EV sea aún mayor que la de nuestros cálculos.

Son China y Estados Unidos los grandes actores de la electromovilidad. Ambos países en conjunto representan gran parte del mercado de los EVs, lo que se explica por su población y por las políticas públicas adoptadas para fomentar el cambio a tecnologías limpias, sumado a que son países industrializados fabricantes de dichos vehículos. China es el país que más destaca, manteniéndose cercano al 40% del mercado desde 2018 hasta 2034, año en que el resto del mundo comienza a crecer a mayores tasas sumándose al cambio tecnológico, mermando a China con un 29% del mercado para 2040.

En el mundo, la participación de los EVs en el total de ventas de vehículos anuales corresponde a un 1,1%. En Chile, la cifra es bastante menor, llegando a casi un 0,04% del total con 140 unidades vendidas para el mercado local en 2017.

Esto se explica ya que Chile se encuentra atrasado en temas sobre incentivar la adquisición de un EV, siendo la no restricción vehicular en eventos de emergencia ambiental uno de ellos. Lo anterior no genera aún en el consumidor local una opinión de real ventaja frente a un vehículo convencional a combustión interna, ya que los eléctricos son de muy alto valor y los seguros para cuidar la inversión dependen del precio del vehículo por lo que también son costosos, y si bien el gasto por kilómetro recorrido es menor, el retorno de la inversión ocurre luego de varios años de uso. El Estado debería fomentar con subsidios la adquisición de EVs y una rebaja tributaria, por ejemplo, el pago de un permiso de circulación reducido. También, siendo Chile uno de los principales productores de litio y con presencia de otros elementos para baterías, el Estado debe buscar la industrialización y llegar a lo menos al ensamblaje de baterías en territorio nacional, pudiendo así incluso ensamblar EVs con módulos de baterías “made in Chile” reduciendo el costo final para el consumidor en el país.

Para finalizar, otro punto importante es qué hacer con las baterías una vez cumplan su vida útil, y es aquí donde deberían centrarse los esfuerzos para desarrollar tecnología de aprovechamiento y reciclaje de este material, ya que con la creciente venta de EVs, en los próximos años será significativa la cantidad de baterías en desuso, y poder recuperar el litio de ellas a un bajo costo es una oportunidad de negocio que no se debe dejar pasar.